jueves, 27 de agosto de 2015

No dejarse engañar por el día a día.

                       Sacar conclusiones teniendo en cuenta el día a día en el cual vivimos es como tratar de entender a un bosque solo mirando el árbol que se encuentra cercano a nosotros. Es un indicio indudablemente, pero no nos permitirá tener una visión completa de donde venimos y hacia donde vamos.
                       Y cada día necesitamos con mayor precisión saber hacia donde nos dirigimos, una idea concreta de lo que buscamos, para que las circunstancias que nos pueden confundir queden en simples anécdotas. Y eso no implica que no podamos cambiar el rumbo que nos hubiéramos fijados, pero si implica que debemos ser nosotros quien tratemos de adoptar la decisión de buscar nuevos horizontes.
                       Y nuestros entornos se amparan en el día a día para justificar miles de sus acciones, para culpar sus inacciones o acciones desastrosas para su vida personal, familiar y profesional en la velocidad diaria en la que vivimos.
                        Y el día a día nos dice que no tenemos tiempos, siendo en la realidad en la mayoría de los casos un paradigma de nuestro desorden mental que nos impide determinar que cosas de las que hacemos son productivas y cuales no.
                       Debemos dejar de ser miopes, ver más allá de circunstancias que nos pueden aquejar momentáneamente y creer que nosotros también somos dueños de fijarnos objetivos y hacer lo imposible para conseguirlos.

                       Serán nuestras fortalezas las que nos permitirán que un mal humor pasajero, que una circunstancia fortuita o un mal día no apañen que nos alejemos de las cosas que realmente valen la pena.

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