Párrafo
extraído de “La explosión de Internet”, de Ignacio RAMONET, Ediciones Le monde
diplomatique, página 36
Existe una
confusión permanente entre comunicación e información. El mundo de la
comunicación. Cuyo oficio consiste en difundir mensajes complacientes y aduladores
a favor de las empresas que se los encargan, tiende a imbrincarse en el de la
información. Los diques entre ambas esferas están empezando a saltar. Cada vez
es más difícil distinguir a un comunicador de un periodista. Y eso que sus
funciones son bién diferentes: uno elogia mientras el otro informa. Están surgiendo
nuevas especialidades híbridas “periodista institucional”, “periodista de
empresa”, “periodista de relaciones públicas”[i]…
Lo que hace que nos planteemos la siguiente pregunta: un periodista a quien una
empresa paga y cuyos artículos – todos favorables a la actuación de la compañía
que lo contrata _ son revisados y validados por los directivos de la misma ¿es
realmente un periodista?. Semejante mezcla de actividades daña la confianza del
público y asesta un duro golpe a la credibilidad del mundo de la información
[i]
Nos permitimos incluir al “periodismo militante”, concepto utilizado en la
Argentina.
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