lunes, 16 de febrero de 2015

Nervios crispados!!!

La vida laboral me ha llevado últimamente por los países de Centroamérica de Guatemala y Paramá. Son países en general pobres, dependientes en sumo grado de Estados Unidos, con territorios  y poblaciones pequeñas, con importantes problemas de inseguridad, pero en general la clase media y alta de sus países se las observa felices del país que les toco, con ganas de desarrollar proyectos a pesar de la constantes críticas que se guardan para los políticos corruptos, de los cuales se enorgullecen en conocer.
                       En este punto debo sostener que en la Argentina, las clases medias y altas lo único que hacen es quejarse y criticar constantemente a su país, como si ellas hubieran venido a habitarlas en los últimos dos años y no tuvieran nada que ver con la realidad con la que conviven. Y ese malestar constante repercute a la hora de general nuevos proyectos. Nuevos proyectos que tanto el estado como esos ciudadanos privilegiados tienen la obligación de promover para que un país funcione.
                       De una vez por todas debemos dejar de culpar a los gobiernos de turnos de nuestros sinsabores y ponernos a laborar sin descanso en lo que creemos, en lo que soñamos. Debemos dejar de tener miedo a la palabra fracaso y redefinirla como no alcanzar los objetivos porque no hemos realizado todo nuestro esfuerzo posible. Cuando los objetivos no se alcanzan a pesar de haber dejado todo NO ES FRACASO, simplemente objetivo que se deben reformular tanto en su estrategia o en su táctica para lograrlos o pasar a nuevos objetivos. Nunca debemos sentirnos humillados por tratar de realizar proyectos, por más estrafalarios que sean.
                       Lamentablemente en nuestra querida Argentina  se critica constantemente al que pretende hacer, porque deja en evidencia nuestras perezas, nuestra falta de compromiso por jugarnos por lo que queremos y para justificar nuestra inactividad en los temas que nos interesa.
                       El entorno nos condiciona sin lugar a dudas, pero también tenemos que entender que somos parte de ese entorno y debemos empujar, traccionar para modificarlo, romper los marcos que detienen nuestro crecimiento. Marcos anticrecimiento que gran parte de nuestra juventud los acepta pasivamente. Cada vez son más los jóvenes-viejos que aceptan incrédulos que el mundo tiene la obligación de darles todo hecho. Bienvenidos al mundo jóvenes-viejos, el mundo simplemente les va a dar un lugar para habitar, son ustedes los que tienen que forjarse los nuevos ideales que pretender entronizar para cuando les toque gobernar la sociedad.
                       Necesitamos nuevos Rolling Stone, nuevos Pink Floyd, nuevos Andy Wharhol, un nuevo Cortázar, que rompan un conservadurismo que paradójicamente no tiene nada que conservar.
                       El material para que nuestra juventud disponga todo su empeño en cada meta que se proponga está, es la generación que la gobierna quien debe realizar todos los esfuerzos que se encuentre a su alcance para que consigna vivir en una Argentina más feliz y unida de la que nos toca vivir en estos días de nervios crispados.